Paris, Juillet 2009
Hace sol. Hora? Deben de ser las 4 de la tarde. Lugar? Estas en un pequeño apartamento. Es París pero podría ser Barcelona, Londres... no, no podría ser. Estás en París. Te levantas del sofá cama donde te habías estirado después de comer recuperando energías para la excursión de la tarde. Todo está tranquilo. Tu apartamento está en una zona muy movida pero tu ventana da al vacío más absoluto de la ciudad. A ese que solo existe en los patios de París. Huele a.... Huele a algo que no recordarás nunca más en tu vida, pero que cada vez que te vayas a un lugar nuevo, cada vez que alquiles un apartamento lleno de historias que solo las cazuelas abolladas conocen, cada vez que entres con tu maleta en una habitación con el propósito de vivir allí una fracción de tu vida, te recordará a ese momento y a todos esos. Huele a libertad de (...) por la tarde.
Levántate que habías planeado hacer cosas.
Te vistes. Vas al lavabo. Vuelves. Vas. Vuelves. Tienes las cosas desperdigadas entre la habitación y el minúsculo lavabo así que entre tanto viaje ni te preocupas por cerrar la puerta de éste. De ella cuelga un espejo. Y es el que sueles aprovechar para “ponerte guapa”. Cuando la puerta está abierta y tú delante de ella, crea una linea paralela perfecta con la pared de la ventana y a su vez, hay un ángulo de 45º con la ventana abierta que permite que entre la luz, que veas el cielo, que veas la ventana del vecino y que te vea él a ti si también le apetece. Pero no estás para esas cosas. Ahora mismo te estás poniendo el colorete para alegrarte un poco la cara. Se te va un ojo a la ventana, no a la tuya, a la del vecino. Hay algo. No es el vecino. Una ventana cubierta por una malla metálica a través de la cual unas plantas se pelean por salir. Hay algo que no ves. Hay alguien que te está espiando y no lo ves. Las plantas te tapan la visión. Hay algo detrás de las plantas que te está observando mientras te maquillas. No. No hay nada tras las plantas que te espíe, está sobre las plantas. Un gato. Hola gato, qué haces? Piensas. No le hablas porque no te va a oír e igualmente no te entendería. Es un gato francés y aunque lo llames pensaría que le estás invitando a un pastel. Gatito, me estabas mirando? Qué piensas?
Qué manía con preguntarse en qué piensan los gatos....
Hace sol. Hora? No sé, algún momento del día. El sol está alto y el ambiente está calmado así que deben de faltar horas para que anochezca. Huele como siempre. Huele a casa. Me paseo por la ventana porque a estas horas todavía quedan restos de otros olores, de más abajo, que me activan los sentidos. Pero me han encerrado en esta prisión abierta de la que no puedo salir. No me queda más remedio que mirar la vida de los otros. Pero no hay vida. Las cuatro ventanas delante de la mía están vacías. Un momento. En una hay movimiento. Hay alguien que se mueve, que va y viene. Ahora se he quedado mirando a la parte de la ventana cerrada. Qué mira? Hmmmmm..... Qué hace? Qué se hace en la cara? Está mirando hacia aquí.... Está buscando. Me está buscando.... Me ha encontrado. Se va. Ha vuelto. Qué hace? Qué es eso negro delante de su cara? Hmmm.... mejor me voy....